Esta frase aplicada al baloncesto lo dice todo, a veces es más bello regalar un punto que incluso marcarlo tú mismo. En el panorama basket las asistencias aparecen en las estadísticas prácticamente a la misma altura que el número de puntos. Jugadores han pasado a la historia por ser los mejores en ese aspecto, como por ejemplo Magic Johnson o John Stockton. En el fútbol la asistencia excepto que sea algo fuera de lo común no suele trascender, la vida del pasador es así de injusta. El que mete más goles normalmente es considerado el mejor aunque se dedique solo a eso, a meterlos. Actualmente con jugadores como Iniesta, Xavi, Isco, Özil, nuestra liga está empezando a cogerle gustillo a eso de los pases que valen más que un gol. Sobre todo hay que darle las gracias a la selección española, la tricampeona, sus goles siempre son precedidos siempre de pases antológicos para los que la definición que necesitan tras ellos es simplemente otro pase pero, esta vez, a la red.
Ahora es el momento en el que nos metemos en la máquina del tiempo futbolística, no marcamos ninguna fecha concreta de destino pero sí ponemos en su cuadro de mandos una palabra, asistencia. El trayecto no ha sido muy largo, treinta años, nos encontramos una España que enloquece con el fútbol albergando el Mundial pero solamente lo podemos ver por la tele. Estamos en Dinamarca, asistiendo al debut del mago de la asistencia. Jugaba para el Brøndby y su nombre era Michael Laudrup.
Al joven Michael se le deparaba un futuro enorme, la Juve de Paolo Rossi, Platini y Boniek fue el primer grande que lo contrató, con apenas 19 años. Con todo aquel plantel Laudrup tuvo pocas oportunidades de mostrar su repertorio, no había sitio para sus pases en aquel once Bianconeri. Entonces apareció uno de los mejores futbolistas de la historia para reclamarlo en su puerta, él sí que valoraba sus pases, todo iba a conjuntar con la ayuda de él a la perfección en el equipo de sus sueños, el "Dream Team" exacto, aquel ex-jugador lo necesitaba, se lo llevó con el al Barcelona, el director de esa orquesta era, como bien sabéis, Johan Cruyff.
El Barça consiguió ganar su primera Copa de Europa, era un jugador ideal para la concepción del fútbol que tiene el equipo blaugrana, todo iba de cine. Inesperadamente la historia se torció, la llegada de Romario, el jugador de dibujos animados, el jugador que más se aprovechaba de los pases del danés, fue un lastre para Michael, al solo poder juntar tres extranjeros en el campo, el maestro Johan decidió sentar a Laudrup poco a poco con más asiduidad. La gota que colmó el vaso y que llevó a Michael a abandonar el club fue la final de la Champions contra el Milan en el 94', quería jugar contra su hermano que militaba por entonces en el equipo Rossonero, la historia quiso que ninguno de los dos jugase esa final pero también fue caprichosa al elegir el resultado, uno de los mayores baños de las finales europeas, aquel día el Milan bailó al Barcelona.
Laudrup aunque en el campo destacase por su clase, sus croquetas, sus pases imposibles, tenía un fuerte temperamento, ese carácter le llevó a cometer uno de los mayores errores de su vida, cuando Dinamarca fue repescada para jugar la Euro 92' Michael se negó a ir convocado por sus desavenencias con el seleccionador, posteriormente su país, liderado por su hermano, ganaría el trofeo convirtiendo a su selección en la mejor de Europa. Volvería a la selección pero aquel gran momento, ya se lo había perdido. Su salida del Barça también se produjo por lo mismo que le llevó a cometer aquel gran error. Para más INRI iba a hacer uno de los viajes más complicados que existen en el mundo del fútbol, iba a cambiar Barcelona por Madrid.
El Real Madrid desembolsó una gran cantidad de dinero para vestirlo de blanco y logró el objetivo en el que se basaba su fichaje, ayudar a acabar con la hegemonía del Barça en la Liga, vaya si lo logró, con un show suyo el Madrid advertía un cambio de ciclo endosándole una dolorosa manita al eterno rival. La liga volvía a ser blanca, Laudrup se vengaba de su mayor valedor a posteriori mayor enemigo al sentarle en aquella final.
El Dandy, como lo apodaban siguió paseando su clase por los campos de fútbol, viajó a Japón para vestirse de oro y después terminó su carrera en un histórico, en el club de la Venecia europea, el Ajax de Ámsterdam. Actualmente seguimos disfrutando de su fútbol pero no en sus botas, se ha convertido en un entrenador que inculca un fútbol de bellísima factura en las almas de sus futbolistas, sus jugadores siempre dicen que, aunque sea el míster, cuando coge el balón en los entrenamientos sigue siendo el mejor del mundo. Muchos son los que reclamaban para él en su momento el Balón de Oro a mejor jugador del mundo, otros simplemente le ruegan, asísteme otra vez, Michael.
Quien quiera ver para creer, aquí tiene.
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